HAMBRE FÍSICA, EMOCIONAL Y LA ANSIEDAD

HAMBRE FÍSICA, EMOCIONAL Y LA ANSIEDAD

Por Sheila Mulero
@kokoro_psiconutricion

Hoy, en la cultura de la dieta, se habla mucho del hambre física, del hambre real y del hambre emocional. Por alguna razón, se trata el tema del hambre emocional como si no fuera real.

Por supuesto que hay diferencias entre el hambre física y el hambre emocional. Muchas veces es mental, y otras veces por estados de ansiedad.

Lo primero que hay que tener en cuenta es que todos los tipos de hambres, inclusive la que tenemos cuando sufrimos de ansiedad, son todas reales. El cuerpo siempre nos está enviando un mensaje que tenemos que comprender.


EL HAMBRE EMOCIONAL

El término comúnmente conocido como hambre emocional, se ha asociado a un tipo de hambre en la que no hay hambre física pero elijo comer por una mala gestión de mis emociones. La realidad es que comemos en base a nuestras emociones constantemente, es decir, comer nos genera distintas emociones.
"Comemos emocionalmente constantemente"

Tenemos emociones todo el rato, porque todo el tiempo tenemos pensamientos que nos conectan emocionalmente con cosas y es inevitable que todo esto se vincule con la comida.

Lo sano y funcional sería poder encontrar un equilibrio entre elegir comer siempre y cuando tengamos hambre y con una regulación emocional en la que yo pueda decidir cuándo comer, cómo, y de qué manera. La idea es que cuando comamos, lo hagamos con una tranquilidad, disfrute y conciencia que permita que mis señales corporales lleguen facilmente al cerebro y yo pueda tomar decisiones en base a ello.

ANSIEDAD AL COMER

Entonces solo nos faltaría diferenciar la ansiedad por la comida, que es cuando de verdad tengo un impulso irrefrenable por comer, cuando siento que no puedo controlar lo que estoy comiendo, cuando siento que estoy fuera de mi o me estoy autosaboteando y estoy tomando decisiones que van en contra de mi voluntad y de lo que verdad siendo congruente con lo que quiero en mi vida.

Y es diferente la ansiedad por la comida porque me la restrinjo, porque me la prohibo, porque creo que está mal, porque no es saludable, porque me engorda, porque es la razón de todo lo malo del mundo… entonces me genera ansiedad por todo eso prohibido, porque lo prohibido aumenta el deseo o la ansiedad generalizada por otros miles de factores en mi vida disfuncionales que no se gestionar bien y vuelco en la comida como una forma de desahogo, de calma, de tranquilidad y de felicidad.

 

 

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